martes, 3 de julio de 2012

La paternidad y el virus de la inmunodeficiencia humana



 

Bitacora Suite.101: Artículos de otro espacio y tiempo para un mundo curvo y circular. 
Con la introducción de la terapia antirretroviral altamente efectiva (HAART) -una combinación de fármacos antivirales disponible desde mediados de la década de los noventa- el pronóstico de las personas infectadas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha sufrido un cambio radical. Se asistió a lo que algunos expertos no dudaron en denominar Efecto Lázaro.

 El paradigma imperante, caracterizado por una pobre expectativa de vida, infecciones recurrentes y la sensación de un desenlace inminente, dio paso a otro que a la infección por el VIH y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) le pegó el rotulo de enfermedad crónica. El enfermo se levantó, anduvo un trecho, y volvió a permitirse plantear algo que hace unos años parecía inimaginable: ni más ni menos que la posibilidad de dejar descendencia. Pero casi en clave de reclamo, un grupo de investigadores afirmaron que al camino de la paternidad, y por que no al de la resurrección, aún le sobran algunos obstáculos. 

Padres con VIH

Para Trent Newmeyer, científico de la universidad canadiense Brock, una pareja discordante en cuanto a su serología para VIH debe redoblar esfuerzos para lograr concebir un hijo en comparación con aquellas sin infección. Según las conclusiones de un estudio, que publicó recientemente en la revista PLoS one, un varón con VIH debe lidiar con temores vinculados a la posibilidad de contagio de su pareja, la desinformación en el personal sanitario acerca de opciones disponibles y la falta de cobertura de los procedimientos médicos necesarios por parte del sistema de salud.  

“Un doctor en Hamilton de plano nos dijo que no había ninguna esperanza de que alguna vez pudiéramos tener un bebé. Creo que fue el momento más frustrante para nosotros”, afirmó Peter. “Murray básicamente se había resignado al hecho de que nunca tendría hijos biológicos. Tendría hijos, pero serian por medio de inseminación artificial y un donante de esperma”, comentó la integrante de otra pareja. Ambos testimonios son solo algunos de los recabados por Newmeyer. Ni más ni menos que entrevistas a parejas que en busca de procedimientos de fertilización asistida concurrieron a clínicas de Ontario, en Canadá.
  
Lavado de semen: fertilización asistida para VIH

Más precisamente consultaban por uno denominado lavado de semen. Fue ideado en 1992 por el médico italiano Augusto Semprini y consiste en aislar los espermatozoides del resto de los componentes del semen gracias a un proceso de centrifugación. Numerosos estudios dieron cuenta de que el virus del VIH, al no tener receptores específicos en los espermatozoides, no puede ingresar en el interior de dichas células. Su presencia queda confinada solo en el líquido seminal. La mujer seronegativa recibe entonces de su pareja espermatozoides libres del virus por medio de inseminación artificial.

Según Newmeyer miles de procedimientos realizados en países europeos fueron efectivos y no presentaron en ningún caso transmisión del virus a la pareja femenina. A pesar de ello, incluso en países desarrollados como por ejemplo Canadá, el mismo no registra una difusión e implementación acorde. Algunas estadísticas afirman que en el país norteamericano alrededor de 66.000 personas viven con VIH y la gran mayoría de ellas se encuentra en edad reproductiva. En la vasta extensión del territorio solo 10 clínicas ofrecen servicios de fertilización asistida a parejas serodiscordantes.

 Pobre información médica acerca de VIH y reproducción

En otros lugares del planeta las cosas parecen no ser muy diferentes. Por ejemplo en el Reino Unido solo el 9.4 % de los varones infectados por VIH recibieron alguna vez información vinculada a este tópico. En Sudáfrica, los pacientes directamente evitan discutir aspectos relacionados con la reproducción debido a que anticipan una respuesta negativa por parte de sus médicos tratantes.

Ocurre que según otro trabajo de investigación las personas que viven con VIH presentan similares aspiraciones de tener hijos que aquellas personas que no padecen el virus. En Brasil, el 43 % varones infectados participaron en una encuesta y manifestaron su interés por dejar descendencia. Las expectativas de las parejas suelen ser grandes, tanto que en la balanza son suficientes como para asumir el riesgo de contagio del virus.  

SIDA, enfermedad crónica
  
“La visión de mi futuro ha cambiado dramáticamente desde que me diagnosticaron hace ya varios años. El médico me dijo al principio, no se moleste en casarse, no va a durar mucho tiempo. En realidad no hay una gran posibilidad de que esté aquí en un año. Así que ahora, que se refieren a esta enfermedad como una enfermedad crónica, con la ayuda de médicos y medicamentos me siento como si tuviera una esperanza de vida casi normal”, comentó otro paciente en la sala de espera de una clínica de Ontario.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad. Desde 1996, Lázaro supo como levantarse y anduvo un trecho en su afán de ganar su difícil batalla contra la inmunodeficiencia. Con una combinación de fármacos antirretrovirales como arma fundamental cosechó cargas virales muchas veces indetectables en sangre y buenos niveles de linfocitos o células de defensa.

Pero aún quedan otros combates que librar. La mayoría de los expertos, en esta era post HAART, creen que los principales desafíos, además del trabajo irrenunciable de prevención de la infección, provienen por el lado de garantizar un mayor acceso a la terapia en todas las regiones del mundo. También abogan por la necesidad de implementar un abordaje más integrador que sume a la hora de mejorar la calidad de vida de los que ya se encuentran infectados.

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